Disfraces y todo lo que hay detrás de ellos

Disfrazarse es más que simplemente ponerse ropa y jugar a ser otro. Para los niños y ñiñas, especialmente los más pequeños/as, es un acto que va más allá de la apariencia superficial. Desde la perspectiva infantil, disfrazarse implica sumergirse en un mundo de fantasía y explorar diferentes roles y personajes.

Los niños y niñas no tienen una conciencia plena de lo que es real y lo que no lo es hasta al menos los 6 años de edad. Además, tampoco tienen una comprensión completa de su propia identidad. Por lo tanto, el acto de disfrazarse puede resultar confuso para ellos.

El momento del disfraz debería surgir del deseo genuino de jugar a ese juego de roles del que hablamos. Sin embargo, no es posible si, todavía no saben ni quién son ellos plenamente. Además, ¿qué sucede cuando les imponemos un disfraz sin una explicación clara? ¿Realmente estamos fomentando su imaginación al hacerlo de esta manera? Y, ¿por qué limitar el disfraz a solo unos pocos días específicos impuestos por la sociedad?

Es posible que a los niños y las niñas que les gusta disfrazarse les gustaría hacerlo de forma más regular, como parte de su vestimenta diaria. Pero, ¿les permitimos hacerlo o solo lo limitamos a fechas predeterminadas?

Un disfraz puede parecer simplemente un conjunto de prendas de vestir, pero hay mucho más detrás. Cuando piensas en disfrazarte, ¿qué te transmite? ¿Te transmitiría lo mismo si el momento de disfrazarse fuera impuesto desde fuera? ¿O preferirías tener la libertad de elegir cuándo y sobre qué temática disfrazarte?

Antes de decidir disfrazar a un niño o a una niña, hay varios puntos importantes a tener en cuenta. Primero, su edad y nivel de conciencia cognitiva para comprender el juego de roles. También es fundamental considerar si realmente tienen ganas de participar en esta actividad y qué tipo de disfraz sería adecuado para ellos/as. Además, el momento del disfraz debe ser propicio y permitir la espontaneidad para que los niños y niñas puedan disfrutar plenamente de la experiencia.

Podemos empezar a trabajar este tema, comprendiendo que, disfrazarse de algo en concreto, no fomenta su imaginación, fomenta la fantasía. Para fomentar su imaginación, dejemos que sean ellos/as los que se inventen qué ponerse llegado el momento.

Cuando empiecen a ser autónomos/as a la hora de vestirse y desvestirse se puede poner en su zona de juego una cesta con diferentes prendas de ropa y complementos, no disfraces concretos, solo ropa llamativa, cuerdas, pañuelos, complementos… y, que no haya un disfraz que les marque de que tienen que ir, sino que, partiendo de simples prendas de ropa ellos/as las convienen y se pongan lo que quieran. Y, por supuesto, libremente y cualquier día.

Si queremos fomentar la imaginación, no debemos ceñirnos a días concretos. La mente de un niño/a de temprana edad no tiene el suficiente nivel madurativo para comprender por qué un día si puede “disfrazarse” y por qué todos los demás no.

A medida que crezca, lo entenderá, y seguramente él/ella pida disfrazarse solo los días señalados para ello. Ahí, simplemente escucha al niño/a, querrá empezar a jugar a esos juegos de rol que hemos hablado al principio. Respeta sus decisiones y sus gustos, siempre que sean apropiados, por supuesto.

En la siguiente publicación ahondaremos más en la diferencia entre fantasía e imaginación. 

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